Eugenio Tisselli (Ciudad de México, 1972) es un artista, programador, e investigador independiente con un interés específico en el desarrollo de metodologías socio-técnicos para la práctica comunitaria. Ha escrito herramientas de software que, a su vez, permiten escribir poemas. Sus trabajos están reunidos en http://motorhueso.net. En su papel como director del proyecto ojoVoz (un conjunto de herramientas de código abierto para la creación de memorias comunitarias) ha llevado a cabo talleres extendidos con las comunidades en riesgo de exclusión en diferentes partes del mundo. Se dedica hace más de 10 años al arte digital en concreto a la poesía digital, esto es, trabajar con textos con una manera de escritura en los medios digitales.
La poesía digital se utiliza para realizar una manera de escritura que utiliza diferentes medios, como la naturaleza multimedia del ordenador, las posibilidades textuales y las de cálculo. Se interesa mucho en temas de combinatoria, manipulación y distorsión de texto, y en recrear una especie de conjunción entre lo que es la escritura y la poesía y la manipulación de elementos en tiempo real. Trabaja actualmente en un software que creo hace años llamado MidiPoet y que le permite manipular en tiempo real imágenes y textos. Utilizando el programa, suele hacer performance poéticas, en las cuales a veces escribe textos en vivo o realiza escritos combinatorios con imágenes. Sobre MidiPoet: creado en 1999, la comenzó a utilizar precisamente con poetas en recitales de poesía, y a partir de esa experiencia escribió un manifiesto, el manifiesto “Text Jockey”. Su idea era hacer con el texto lo mismo que habían hecho los DJ’s hasta ese momento con la música. Cuando tenía 10 años sus padres lo llevaron a un curso de informática para niños y ahí aprendió a programar, quedó fascinado con la experiencia. Aunque para aquel entonces su casa carecía de ordenadores, iba programando juegos en papel. Luego de dos años sus padres le compraron un Commodore 64 y ahí copió los juegos que había hecho en papel a la pantalla (obviamente muchos no funcionaron). Luego esos juegos los fue implementando a lo largo de su vida y desde ahí se considera prácticamente programador no solamente como oficio sino como su manera de expresión.
Su habilidad como programador y las ganas que tiene de trabajar con diferentes facetas de arte digital lo han llevado a trabajar con Marcel.li Antunez y con Antoni Abad entre otros. Le gusta colaborar con otros artistas ya que le permite salirse totalmente de lo que él hace. Cuando aprendió a programar su primera inquietud fue hacer juegos, era más un tema de diversión, de disfrutar programando. Basándose en el disfrute, interpretó su profesión como algo que permite expresar, que permita crear formas digitales que de alguna forma sean expresivas, o que generan alguna reflexión, que no sean solamente estéticos si no también conceptuales y teóricos.