a) La poesía es música. El ritmo, en ambas, es un arco de tiempo que se repite y que reconocemos: mímesis. Cabe recordar que aún consideramos la música como un arte escénico, aunque sea más consumida mediante simulacros (re-producciones). Con la poesía, lo mismo. Su escritura es una transcripción, una copia para recordar, una parodia. Evidentemente todo arte escénico es una manifestación temporal. Primero de manera intrínseca: el ritmo y la duración. Después de manera extrínseca: los condicionantes de la escucha. (Las competiciones de la poesía slam son la máxima expresión de esta urgencia.)

b) La triúnica choreia de la Grecia Antigua la formaban la música, la poesía y la danza (el movimiento, el gesto, la expresión de los himnos delios). Si entonces la palabra mímesis era sinónima de danza, es fácil suponer que Píndaro, Safo y hasta Enjeduana, el primer poeta, danzaban mientras cantaban sus versos. La escritura era sólo una herramienta contra la duración, no un fin.

c) Después la poesía se independizó de las demás artes. Después la poesía escrita se independizó de la poesía. Pero siguen siendo música y siguen siendo danza. Su concepto clave: el ritmo. Aunque sea polifonía de las ideas porque las ideas también suenan como tambores.

d) Volvamos al presente. Pienso en la disposición perceptiva del espectador actual. Defiendo que un recital, de algún modo, no tiene principio ni fin. O éstos son difusos. El teatro y la danza usan telones o, al menos, desde Wagner, se apaga y se enciende la luz de sala, enmarcando claramente la duración del espectáculo. En los recitales, en general, todavía no se usan estos recursos. Ni siquiera la cuarta pared. Vemos al poeta subir y bajar del escenario: respirar el mismo aire que su público. Desde el momento en que el emisor y el receptor comparten espacio físico y ambos se identifican, hay relación y, por lo tanto, expectativa, comunicación.

e) A pesar del escenario, la espontaneidad del público forma parte del espectáculo de forma determinante. El lugar y el ambiente, también. Estaría más cerca del happening que de la perfomance.

f) ¿En qué momento, entonces, empezó todo? ¿Con la llegada del público o del poeta? ¿Cuándo termina? ¿Cuando el poeta se calla o cuando todos se van? ¿Han ustedes caminado por un escenario una vez acabada la representación, marchado ya todo el público? ¿Esa energía (una intensidad termodinámica) formaba parte de la representación? ¿Entonces cómo decir que ésta se ha acabado del todo, mientras aún queda ahí una parte?

g) Si esto es cierto para cualquier escenario, más aún para el escenario de la poesía escénica, según su puesta en escena más habitual, donde la separación entre el objeto artístico y la realidad es más confusa. El poema escénico, más que otras manifestaciones artísticas, forma parte del tráfico de las percepciones de su presente concreto, es decir, no trabaja con la ilusión: el tiempo es el mismo arriba y abajo del escenario.

h) Así, un poema escénico no limita con la realidad sino que forma parte de ella. El poema incluye la realidad física, el contexto. Saul Williams dijo: Lo escrito es poderoso, pero la fuerza de lo hablado convoca, invita a existir aquello que verbaliza. La vibración del sonido afecta a la realidad. La oralidad es a la escritura lo que el teatro es al cine. El libro y el cine aparecieron después que el teatro y éste después que la poesía y cada cual fue independizándose de los demás según la potencia de sus códigos.

i) Por ejemplo: en la poesía se puede dar lo hermético. De hecho la poesía escrita es hermética en el sentido de algo cerrado, que no deja pasar aire. Lo hermético, como dice Alejandro Gándara, por definición carece de texto, pues remite a un ámbito ajeno al propio texto (del que el texto es sólo una clave). Sin embargo, el texto de la poesía escénica remite sólo al texto, dice todo lo que tiene que decir. Además sólo lo dice una vez, es decir, es aire. La poesía escénica es hermética en relación con Hermes Logios, la palabra alada, el mensajero que salta fronteras.

j) La poesía moderna (Mallarmé, Pound, Williams…) se define por el esfuerzo de abrir los poemas, que pase el aire. Consecuentemente, las vanguardias buscaban unir la poiesis con la praxis, lo que empujó irremisiblemente a la calle, a lo escénico. Véase la definición de vanguardia que propone Méndez Rubio: una constelación abierta a los mecanismos críticos, de escrituras en conflicto, en diálogo móvil con visiones conflictivas de un mundo en crisis. No me digan que no parece un manifiesto de spoken word.

k) Quizás el poema modifique la percepción al modo de Shklovski, o no lo haga, pero seguirá siendo primeramente sensorial: lo oímos, oímos su ritmo. Sin embargo, en la lectura se produce una domesticación. Cuando leemos nos leemos, por lo tanto también oímos, de acuerdo. Pero si nos leemos, no hay otra voz leyendo salvo la de uno mismo. Nuestra voz es, en este sentido, un factor que desactiva la sorpresa, una rutina o automatismo. La lectura es una labor intelectual donde estamos solos y donde, por tanto, tenemos el control.

l) Abro un libro y me sumerjo en su realidad. Un libro es una construcción de realidades fantasmáticas. Voy adelante y atrás. Repito una secuencia. La realidad donde se haya mi cuerpo físico queda en un segundo plano y sólo se manifiesta como litigio o interferencia a mi lectura. Leer un libro es cambiar de lugar, de ser. Cierro el libro y vuelve la inmanencia, el mundo físico, el envoltorio con-textual. Hay un principio claro, y también un fin. Leer es excitar un paréntesis. Un libro es un hotel en vacaciones. El libro es, por definición, una forma de no-tiempo o, lo que es lo mismo, un tiempo como blandiblú para modelar a placer.

ll) En un recital de poesía la comunicación es textual pero también es visión, sonido, el ruido ambiente y todo lo demás. El contexto es fundamental (el espacio, la visibilidad, el asiento, etcétera), es decir, lo que llamamos vida o realidad. El poema está ahí con todo eso, es todo eso porque todo eso es percibido. El poema está en la percepción de todo eso en el interior del espectador. De ahí que lo escénico sea irrepetible.

m) De ahí que lo escénico sea democrático. Sabemos que en la mayoría de las culturas el habla resultaba de la conversación, del chismorreo, de los cuentos, de los sueños. (Shadow work, Iván Illich). La educación en el idioma tiene una corta historia. El idioma tiene que ver con la identidad. Pero el lenguaje tiene que ver con la intimidad, nada más y nada menos que con la intimidad de nuestra conciencia. Es intransferible. No tiene comienzo. No tiene fin. No para de transformarse por una infinita miscelánea de imitaciones. Donde lo que se oye tiene más injerencia que lo que se lee. Porque lo que se oye está compuesto de más voces. El poema son todas esas voces. El micrófono, en este sentido, amplifica una voz por encima de las demás. Escoge una voz, una voz que tiene “algo que decir”. La «voz cantante». Nada más (y nada menos) que eso.

n) Estoy todo el tiempo pensando en la poesía escénica más primitiva: el recital de declamación. Por supuesto que la poesía escénica ha abierto multitud de nuevos caminos, acercándose a lo performativo, a lo teatral, a lo espectacular. Es la lógica de la profesionalización. De esta manera, junto con el precio de las entradas, regresaron los principios y los finales.

ñ) Aunque la poesía escénica siempre será presente. Y el presente, ya saben, ni comienza ni acaba. A diferencia del libro, que no tiene tiempo hasta que una lectura lo resucita, lo escénico es estrictamente temporal. El tiempo, escribía Lévinas, no remite al sujeto aislado y solitario, sino que trata de la relación del sujeto con los demás. El sujeto dialoga consigo mismo a través de los libros. Un poema escrito tiene esa doble autoría.

o) La poesía escénica, sin embargo, es una expresión de autoría coral, una comunión: no ha olvidado que nace del culto. El cantor toca la lira y el coro lo acompaña danzando. No es un objeto (como un libro) sino algo inacabado. La misma multimedia desde el fondo de los tiempos: la poesía escénica no es un receso de la realidad, sino su intensidad, su exaltación, su hipóstasis. Esta poesía, como la realidad, es relativa, está sujeta a todo.

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